Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

viernes, 30 de mayo de 2014

Déjame decirte una cosa


Dedicado a todos esos/as poetas que vienen a las jams de poesía a no escuchar y a dar por culo hablando todo el rato.

Esto no es un poema. Repito, esto no es un poema. Por mucho que lo lea así como lo lees tú, como suplicando salvación por estar a punto de despeñarte al final de cada verso. Esto no es un poema. Como no son poemas la mayoría de las letras que crees haber sangrado, porque no hay rojo en tus letras por mucho que te hayan dolido. Y no pasa nada. Repito, no pasa nada. Porque mientras tú estás delante del micrófono yo te escucho con el mismo silencio con el que escuchaban los niños antiguos a sus padres antiguos en un mundo antiguo en el que todavía había un mínimo de jodido respeto.Yo te escucho o al menos finjo que te escucho, pero siempre en silencio. Y sabe Dios lo mucho que me cuesta no hacer un chascarrillo sobre tu facilidad para vestir de intensidad la nada de tus líneas. Yo te escucho tus mierdas para que después tú escuches las mías. Ése es el pacto social por el que progresa la humanidad.Por eso te pido, poeta incontinente, que cuando no sea tu turno y alguien esté leyendo, disimules un poco y cierres tu puta boca. Ya que ni tú ni yo seremos el próximo César Vallejo, demostremos al menos que somos tipos con un mínimo de educación.

domingo, 25 de mayo de 2014

Nuestra mejor temporada

Cuentan que ese año ganamos la Liga en el campo del Barsa,
que nadie lo esperaba
pero que ganamos la Liga y a puntito estuvimos de la Champions,
pero yo de ese año sólo recuerdo
el salitre multicolor de tu mar de cristal de canicas,
el vino que derramábamos sobre el parqué
sólo para demostrar que nuestras eran las copas
y el líquido y el suelo
y aun el futuro al que acudíamos con los pies descalzos.

Fuimos grandes aquel año, cuentan las crónicas,
aunque perdiéramos la Champions contra el Madrid.
Toda la ciudad pendiente de la final
y nosotros creando incendios dentro del infierno,
combustionándonos el cuerpo hasta la ceniza
como en cualquier follapoema.
Y sólo entonces, cuando ardimos todo,
apareció sin velo la mirada
y descubrimos en el otro
los crampones y el piolet  para escalar montañas
que gritan en pasado

Sí, cuentan que ese año nadie creía en nosotros
pero ganamos la Liga y casi la Champions,
mientras tú y yo nos tatuábamos cicatrices
para no olvidar
que el caracol que ves parado
quizás esté huyendo
y así nosotros corriendo
hacia un objetivo que sólo nosotros podíamos ver
y era enfrentamos por fin a nuestros miedos,
cogimos de frente a nuestros monstruos
y les dijimos soy Aragorn,
hijo de Arathorn, heredero de Isildur,
y ya nunca más fue duda el silencio de los ojos.

Cuentan que ese año ganamos la Liga,
que jugamos como nunca
y que la Champions,
casi la Champions,
el año en el que tú y yo vencimos a nuestras sombras.

Jacques y el mar

lunes, 12 de mayo de 2014

A.M.

Me despierto con el último sueño coleando,
mi último sueño es un pez muerto que todavía no lo sabe
y salta como luchando por su vida.
No es heroica la lucha cuando no hay otra opción
y así mi último sueño se agita en la mañana
como buscando un mar que lo salve;
se agita queriendo permanecer,
reivindicando su verdad:
la de que anoche estuviste aquí conmigo
en algún lugar de París.
Pero ahora soy un muerto recién despertado
que mira a todas partes y mis legañas no te encuentran;
un muerto que te busca en los tornillos azules de la Torre Eiffel
y no te encuentra;
un muerto que mira  a su alrededor
y te busca en los cajones, en los bordes del espejo,
en la suciedad de las ventanas
y comprueba que allí tampoco.
Soy un muerto que te busca en el arco doblado del flexo
y no halla más que el recuerdo bocabajo
de la curva que va de tu cuello al hombro.
Soy un muerto que hoy se ha despertado con un sueño muerto a mi lado.

Jacques y el mar