Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

miércoles, 8 de octubre de 2014

El recuerdo de los girasoles

Desechar
la tierra
firme.
No quiero caminar 
más que por el cable que une el edificio de Schweppes
a tus ojos;
tambalearme 
si hay que tambalearse,
caer 
si he de caer,
pero no quiero el poema sin la piel del poema.
Prefiero la cicatriz al arañazo
y eso explica casi todo lo que soy.
La ausencia manchará de blanco mis días
pero no pediré perdón
por el rojo que se transparente por mi corazón sangrando
bajo el recuerdo
de los girasoles.

Blanca es la ausencia

lunes, 6 de octubre de 2014

Silencio

Nunca regresó una voz
lanzada en las praderas de la ausencia.
Por definición es imposible ahí el eco,
como inútil es gritar en la Luna.
Ante tanto blanco, lo oportuno entonces
es callar,
que sea el silencio el que defienda
que el rastro de sangre seca entre tus manos
es sangre de los dos,
que tú también tienes el pecho gangrenado
y respiras por la boca abierta estorninos muertos
como suda la piel
el exceso de tinta del tatuaje.

Poema inédito, descartado.