Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Escoger nuestra derrota


Llego a ti.
Como la ola furiosa
que no busca roca de acantilado,
sino muerta arena de playa;
como el elefante viejo que finalmente alcanza
su cementerio azul de Sabana rota;
como la lluvia innecesaria de un Norte
que moja a otro Norte empapado.

Llego a ti.
Como todas las heridas
a las que pusimos nuestro nombre;
como los restos del amor resbalando
mientras me miras
y dices “no importa”;
como la prórroga
que nunca merecimos ni alcanzamos;

como los metros siguientes al cruzar la meta
que atravesamos tarde;
como el futuro mal imaginado que es este ahora;
como el verso final que no mejora al poema,

así llego a ti.

No para salvarte,
no para salvarme,
sino para compartir
la derrota.

La Nadia que no veis.

2 comentarios: