Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

lunes, 12 de mayo de 2014

A.M.

Me despierto con el último sueño coleando,
mi último sueño es un pez muerto que todavía no lo sabe
y salta como luchando por su vida.
No es heroica la lucha cuando no hay otra opción
y así mi último sueño se agita en la mañana
como buscando un mar que lo salve;
se agita queriendo permanecer,
reivindicando su verdad:
la de que anoche estuviste aquí conmigo
en algún lugar de París.
Pero ahora soy un muerto recién despertado
que mira a todas partes y mis legañas no te encuentran;
un muerto que te busca en los tornillos azules de la Torre Eiffel
y no te encuentra;
un muerto que mira  a su alrededor
y te busca en los cajones, en los bordes del espejo,
en la suciedad de las ventanas
y comprueba que allí tampoco.
Soy un muerto que te busca en el arco doblado del flexo
y no halla más que el recuerdo bocabajo
de la curva que va de tu cuello al hombro.
Soy un muerto que hoy se ha despertado con un sueño muerto a mi lado.

Jacques y el mar

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