Un tipo casi normal...

No me gusta que me hablen los taxistas. Tampoco cuando me cortan el pelo. No me gusta que cuando estoy mirando ropa alguien se me acerque y me diga hola, ¿te puedo ayudar? Ni aunque esté buena. Me gusta leer libros de pie en las librerías, aunque me pongo nervioso cuando una chica se pone a curiosear un libro a mi lado. Cualquier día me dará por invitarla a un café. No me gusta el café. Lo de invitarla "a un café" sería sólo por convención, se entiende. Para que supiera que tengo huevos pero que no soy peligroso. Tú me decías eres peligroso, miras hondo. Y yo respondía, te dije que no te convenía quitarme las gafas. No me gusta hablar con desconocidos. Con algunos. El taxista de esta mañana. Sólo me corto el pelo tres veces al año. Tú me llamabas Principito.

domingo, 25 de mayo de 2014

Nuestra mejor temporada

Cuentan que ese año ganamos la Liga en el campo del Barsa,
que nadie lo esperaba
pero que ganamos la Liga y a puntito estuvimos de la Champions,
pero yo de ese año sólo recuerdo
el salitre multicolor de tu mar de cristal de canicas,
el vino que derramábamos sobre el parqué
sólo para demostrar que nuestras eran las copas
y el líquido y el suelo
y aun el futuro al que acudíamos con los pies descalzos.

Fuimos grandes aquel año, cuentan las crónicas,
aunque perdiéramos la Champions contra el Madrid.
Toda la ciudad pendiente de la final
y nosotros creando incendios dentro del infierno,
combustionándonos el cuerpo hasta la ceniza
como en cualquier follapoema.
Y sólo entonces, cuando ardimos todo,
apareció sin velo la mirada
y descubrimos en el otro
los crampones y el piolet  para escalar montañas
que gritan en pasado

Sí, cuentan que ese año nadie creía en nosotros
pero ganamos la Liga y casi la Champions,
mientras tú y yo nos tatuábamos cicatrices
para no olvidar
que el caracol que ves parado
quizás esté huyendo
y así nosotros corriendo
hacia un objetivo que sólo nosotros podíamos ver
y era enfrentamos por fin a nuestros miedos,
cogimos de frente a nuestros monstruos
y les dijimos soy Aragorn,
hijo de Arathorn, heredero de Isildur,
y ya nunca más fue duda el silencio de los ojos.

Cuentan que ese año ganamos la Liga,
que jugamos como nunca
y que la Champions,
casi la Champions,
el año en el que tú y yo vencimos a nuestras sombras.

Jacques y el mar

6 comentarios:

  1. Te he escrito una "réplica" a uno de tus poemas que más me ha atravesado el corazón (del libro La Nadia que no veis). Te pongo un fragmento:

    “La primera noche que nos conocimos me dijiste no deberías acercarte más, soy un abismo. Y seguidamente me invitaste a una cerveza” KARIM CHERGUI, LA NADIA QUE NO VEIS, 2014.


    (...)

    El otro día, salí del metro y sentí vértigo ante la profunda y prolongada estación en curva. Por primera vez puse toda la atención y miré abajo. Tal vez, sí, era la primera vez que miraba allí abajo, tan al fondo y me sorprendió no verme reflejada tan al fondo. Pensé que siempre había estado allí. Pero allí no había nada. Es lo que tienen los abismos, y por eso Karim, yo sí les tengo miedo. No soy un abismo, estoy ante él y me detengo. Además, recuerdo dónde volver a tocarme para encontrar el placer, pero olvido hasta cuánto podría contar delante de él sin precipitarme.

    ResponderEliminar
  2. A veces todo se resume en estar dispuestos a saltar. Ser Valiente! (o Inconsciente!).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. :)

      Valientes o inconscientes, atreverse a mirar. Después si acaso, la disposición a saltar.

      Eliminar
  3. Exacto.
    "No se te olvide que estuve dispuesto. Estuve dispuesto a saltar y tú me agarraste la mano en el último momento para decirme no. No. Tenías la mano congelada. Ya te conté que estoy muerta o peor, me dijiste."

    ResponderEliminar
  4. Bella estrofa :) Refleja justo la disposición al salto y la (no) necesidad de tener que hacerlo.

    ResponderEliminar
  5. Bien dicho, nada es imposible... pero tampoco necesario...

    ResponderEliminar