Descifrar
en las runas antiguas de los primeros hombres
la fraternidad perdida,
el gesto atávico que nos abrace al otro
como cuando un trueno rajaba al cielo como un Dios
y buscábamos refugio
en otro miedo hermano.
Remover los escombros
(quemamos Roma como Nerón
y todos saben que fuimos nosotros).
Sí, es urgente el único aire ya posible,
el aire nuevo de una humanidad nueva
antes de que las hormigas lleguen
para cargar con nuestros cuerpos
como al último de los Buendía.
Inédito
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